Es un vistazo a la infancia de Josh McDowell en Union City, Michigan, como hijo de un granjero alcohólico —el borracho del pueblo— y una madre excesivamente obesa y maltratada, circunstancias aparejadas con el ser víctima de abuso sexual por varios años, todo lo cual provocó en él odio, rechazo y un escepticismo que lo llevó no sólo a rechazar la fe cristiana, sino a burlarse de ella desde su adolescencia y parte de su juventud. Su dedicado intento por desacreditar la existencia y la resurrección de Jesús finalmente lo llevó —lejos de sus sospechas— a encontrar el propósito de su vida y la restauración de su corazón a través, precisamente, del amor de Dios mostrado en la cruz.
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